Crónicas de una Evolución: (Parte 1)

(Escrito el 27 de Marzo 2014)


Hace un año exactamente sufrí un accidente montando bicicleta, me caí y como consecuencia de la caída me fracturé el codo del brazo izquierdo. A la semana de este acontecimiento me operaron y me colocaron una placa de metal en el brazo con 8 tornillos. A continuación les relataré como ocurrieron los hechos, antes, durante y después de ese "accidente". Lo que van a leer a continuación, nunca lo he contado públicamente y estoy seguro de que estas palabras le harán cambiar su forma de ver las situaciones que tendemos a catalogar como “Malas”.


Durante todo el año 2011 y gran parte del 2012 dediqué el cien por ciento de mi tiempo a escribir artículos y a dictar conferencias (tanto presenciales como virtuales) donde explicaba que el 21 de diciembre del 2012 no sería el fin del mundo, pero siempre dejé muy claro que a partir de ese día comenzaría una nueva etapa para la humanidad. El baño de energía de alta frecuencia que llegaría desde el centro de la galaxia (Hunab Ku para los Mayas), se encargaría de hacernos transmutar de una conciencia de separación hacia una conciencia de unidad. Faltando dos meses para ese evento cósmico, sentí la necesidad de alejarme de la vida pública para poder prepararme para ese momento. Sentí que ya no tenía nada que decir, ya había dejado claro lo que pensaba, que no sería el fin del mundo, que no ocurriría el cambio de polos, que no nos quemaríamos por causa del Sol, que no iba a haber un gran terremoto global y en otro orden de ideas que no se realizaría ningún salto cuántico. Todo eso lo expliqué en mi último artículo del 2012 titulado “La Ascensión Sin Miedos”.


Recuerdo que entre más nos acercábamos a la fecha en cuestión, era más fuerte en mí la necesidad de aislarme de las personas, quería estar solo con la naturaleza y compartir únicamente con mis familiares cercanos. El 21 de diciembre lo pasé en el campo rodeado por la naturaleza y al anochecer medité bajo un hermoso cielo estrellado frente a una fogata, porque estábamos a -3 grados centígrados.


Después del célebre 21 de diciembre del 2012, pase tres días llorando sin ninguna razón. 22, 23 y 24 de diciembre. Después de este proceso comencé a ver la vida desde otro punto de vista. Lo material dejó de tener sentido para mí y comencé a dar gracias por todo lo que tenía, por muy insignificante que esto fuera en otro momento.


Fueron pasando los días y llegó el mes de enero (2013). Durante todo ese mes estuve adaptando mi cuerpo a las nuevas energías que estaban llegando. La primera semana de enero, después del día de mi cumpleaños (6 de enero) pasé 5 días con unas palpitaciones tan fuertes en mi corazón que no me dejaban respirar, sentía que mi corazón se quería salir del pecho. No me preocupé y se lo atribuí a las nuevas energías. Al pasar los días las palpitaciones fueron desapareciendo poco a poco.


A la semana siguiente comencé a sentir unos calambres muy fuertes en los muslos de mis dos piernas, era como si me pegaran dos cables de corriente y los músculos se contrajeran ante la fuerza de la energía eléctrica. Lo curioso de esta situación es que me daba con mayor intensidad cuando estaba en sitios donde había mucha gente. En una ocasión, dentro de una tienda, me quedé inmóvil sin poder dar un paso y el dolor era tan intenso que hasta llegue a gritar. Tengo que reconocerles que esto me llegó a preocupar, pero a pesar de que mi mente me decía que fuera al médico, mi corazón me decía que era parte del proceso de adaptación a las nuevas energías. Un día me puse a reflexionar sobre el asunto y llegué a la conclusión de que mis piernas no estaban soportando toda la energía que estaban recibiendo. De alguna forma estaban sobrecargadas de energía y fue en ese momento que vino a mi mente una idea para lograr canalizar toda esa energía extra que estaba captando. Se me ocurrió montar bicicleta todas las tardes.


No habían pasado tres días de estar montando bicicleta, cuando los calambres de las piernas desaparecieron como por arte de magia. Ese hecho me dio la señal de que estaba en lo correcto cuando sentía que todo era parte del proceso de adaptación a las nuevas energías que nos llegaban del centro de la galaxia. Durante este período publiqué un pequeño artículo, el 19 de enero del 2013, en donde decía:


“Estamos en un período de ajuste de nuestra frecuencia interna con la nueva frecuencia de vibración de nuestro planeta. Tenemos que esperar algunos meses más hasta que todo se estabilice y logremos sintonizar con la frecuencia de la Nueva Tierra. Entre tanto, lo mejor que puedes hacer es dejar que todo fluya.”


Empezando el mes de febrero de ese mismo año 2013, me sobrevino una gran tristeza. Recuerdo cómo pasé aproximadamente 3 o 4 días llorando sin ninguna razón aparente. Se estaba repitiendo lo mismo que me ocurrió a finales de diciembre. Lloraba por cualquier cosa, si pasaba una mosca, lloraba, si no pasaba, también lloraba. No entendía que me estaba ocurriendo, pero no hacía nada para evitarlo, dejaba que todo fluyera. Mi hijo me preguntaba, ¿Por qué Lloras papá? Y yo le respondía, “No lo sé, pero tengo ganas de llorar”. Por esa razón, el 19 de febrero de 2013 decidí tomar una pausa y me retiré de la vida pública. No me sentía en condiciones de ayudar a nadie. Primero tenía que entender que era lo que me estaba pasando para poder transmitírselo a otros. Ese mismo día publiqué mi decisión en mi muro de Facebook. Este fue el anuncio:


"Amigos, necesito poner una pausa a mi vida pública como escritor. Seguimos montados en esta montaña rusa energética y necesito aclarar mis sentimientos y mis pensamientos.


Nuestro cuerpo material no está preparado para recibir tanta energía de alta vibración, por eso debe purificarse de las energías de baja frecuencia. Este proceso puede llegar a ser confuso. Hasta que yo no este claro, no puedo ayudar a otros. Recuerden siempre dejar fluir todo, esa es la clave".


Luego de esos días de lloraderas, mi mente se llenó de miedos, los cuales fui superando poco a poco. Salía de la casa, aunque no tuviera ganas, y continuaba haciendo ejercicio con mi bicicleta. Durante esos días me costaba concentrarme en mi meditación diaria. Pero después de un tiempo logré enfocarme por unos minutos y me llegó la respuesta. Todo lo que me ocurría era que estaba liberando energías de baja frecuencia que estaban acumuladas de esta o de vidas anteriores. En esa etapa logré escribir a duras penas esta pequeña nota que publiqué en Facebook el 6 de marzo.


"Después de varias semanas de análisis y meditación, pude entender que los bajones energéticos que muchos estamos experimentando forman parte del proceso de cambio de vibración.


Antes de poder vibrar plenamente en la nueva frecuencia que nos está llegando del cosmos, debemos liberarnos de emociones densas que están guardadas en nuestro cuerpo sin nosotros saberlo. Es por eso que nuestro yo superior decide sacar a flote esas emociones densas para que podamos transmutarlas.


No debemos preocuparnos, es algo normal, no tenemos que verlo como un retroceso. Simplemente, estamos liberándonos de viejas cargas para poder elevarnos definitivamente".


Pase varios días meditando y reflexionando. Dejaba que mis miedos salieran a flote, los observaba, como quien observa una nube en el cielo y al poco tiempo iban desapareciendo sin que yo le cediera mi energía. Sin embargo, ellos insistían en seguir bombardeando mi mente. En la mañana del 12 de marzo del 2013, me levanté con ganas de escribir y publiqué este artículo:


LA MONTAÑA RUSA ENERGÉTICA.

Muchos de nosotros decidimos conscientemente elevar nuestra conciencia a un nivel superior. Es por eso que todas las situaciones que experimentemos para que se logre esa metamorfosis debemos aceptarlas sin oponernos, porque ha sido una decisión nuestra.


Decidimos montarnos en esta montaña rusa energética y el carrito ya fue lanzado en su recorrido. Como toda montaña rusa el carrito se mueve por inercia, no existe una fuerza que lo empuje, tan solo logra avanzar por las subidas y las bajadas del camino. Esa es la misma forma como estamos avanzando en nuestro recorrido, con nuestras bajadas y subidas de energía. Ahora tan solo nos queda disfrutar del trayecto. No debemos permitir que los miedos nos invadan cuando estamos de bajada, debemos recordar que la bajada también forma parte del recorrido y que en realidad seguimos avanzando.


En algunas partes del recorrido sentiremos que estamos de cabeza, pero debemos confiar en el cinturón de seguridad que nos mantiene seguros a la silla, evitando que nos salgamos del carrito. En esta analogía el cinturón de seguridad es nuestro yo superior.


Ten fe, confía, al final del recorrido te darás cuenta de que la decisión de montarte en esta montaña rusa fue la mejor decisión para elevar tu conciencia a planos superiores.


Cuando publiqué este artículo no tenía ni idea lo que me pasaría 15 días después. ¿Qué creen?, me caí del carrito de la montaña rusa energética. Recuerdo que días antes del accidente le pedí a mi yo superior que me ayudara a estabilizar mi energía, que ya no quería seguir teniendo esos bajones energéticos, solo deseaba mantener mi vibración interna en altas frecuencias. Pero nunca imaginé que la solución era lanzarme fuera del carrito, yo me refería a llegar al final de recorrido.


A partir de ese 27 de marzo del 2013 comenzaría mi proceso interno para estabilizar mi energía, al poco tiempo ya no sufriría más de esas bajadas y subidas repentinas. La fractura del codo vendría para liberar de un solo golpe todas las energías de baja frecuencia que aún estaban acumuladas en mi cuerpo energético y que no eran compatibles con mi nuevo estado de conciencia.


La próxima semana les publicaré la segunda parte de este artículo donde les contaré todos los eventos sincrónicos que ocurrieron desde el mismo día de mi accidente de bicicleta y como ese evento llego a cambiar mi vida para siempre.


Gracias a todos por formar parte de mi realidad.

Les envío un abrazo energético.

Daniel López de Medrano

Escritor & Conferencista